martes, 5 de enero de 2016

La razón taurina se impone sobre la ignorancia de Risto Mejide

Tras la entrevista con Julián López "El Juli", los constantes insultos de su oponente dialéctico y la pasividad del diestro madrileño, el gran periodista Carlos Herrera ha dicho las cosas claras. En un artículo publicado en "XL Semanal", alude a Risto Mejide sin mencionarlo, con la verdad por delante y dejando claro que un personaje así, al igual que otros muchos del mundo televisivo, no deberían dirigir programas y que muchos otros periodistas y profesionales del gremio, estén olvidados. Posteriormente, Risto, publicó un artículo intentando rebatir las sólidas pruebas de este gran periodista y haciéndose llamar irónicamente Tonto. Y es aquí donde entra al juego uno de los colaboradores de Pureza y Emoción, Íñigo Martín Apoita. Les dejamos aquí su contestación a las súplicas del maleducado de las gafas de sol, el señor Mejide. No se lo pierdan. Para concluir, nuestro más sincero apoyo a estos dos escritores y nos sumamos la causa de íñigo, complaciendo así a Risto y llamándole como él mismo pide "TONTO".

Tonto. Más que tonto. Yo no quería insultarte, pero me lo has pedido. Respeto tus opiniones por infundadas y agresivas que sean y no pienso jamás pregonar la prohibición de tus gustos. Quiero fomentar el equilibrio entre el respeto de tu opinión y la mía, que no es más que mi principal afición, la de sentarme a la solana a las cinco de la tarde de cuando en cuando.

Me lo has pedido con último artículo, Risto. “Llámame tonto”. Y total, que aquí estoy. Llamándote tonto por puro compromiso y pasando a explayarte por qué quizá lo seas. O por qué muchos piensan que lo eres. Más allá de tu pantomima en OT y demás papeles que has interpretado para cazar marujas con televisor de plasma.

Quizá sea porque no consideras a la especie humana como la mejor del reino animal. Aunque, a decir verdad, yo tampoco lo veo así. Estaremos de acuerdo, muy a mi pesar, en la abundancia de botarates a lo largo y ancho del planeta Tierra; también en el mucho mal que el ser humano hace a este esferoide oblato en que un buen día fue a parar. Pero una cosa no quita la otra. Que somos el animal de los animales por nuestra racionalidad es algo indiscutible desde Aristóteles. Y no me vengas con la típica respuesta de quien arguye que demasiados humanos no utilizan la razón -o no lo suficiente-. Porque esa argucia no es más que una táctica para aplazar la validez de un argumento tan pesado como la racionalidad humana.

Te llaman tonto (yo no; ya sabes que he llegado hasta aquí por imposición tuya) por ver en la tauromaquia un simple asesinato bárbaro, anacrónico y repugnante consistente en matar a un animal para entretenimiento banal. Palabras tuyas. Porque no logras entender que dicho entretenimiento no es tal sino aprendizaje, formación cultural. Porque mencionas a intelectuales taurinos desprestigiando su afición como si de fútbol se tratase. Claro que la tauromaquia no debe ser sostenida porque Hemingway o Picasso iban a los toros, pero su presencia es como el fuego que indica la llama: la viva representación de la presencia de la cultura en la fiesta de los toros.

Te llaman tonto, y en esta situación no podría estar más de acuerdo con el calificativo, porque comparas la tauromaquia con el tráfico de armas, drogas y personas. Y con quemar linces vivos o ahogar pandas en cámaras de gas. En esto mejor ni me paro. Rigor, señor Mejide.

Te llaman tonto porque consideras el consumo de carne como elemental para la raza humana. Porque dices distinguir entre supervivencia y espectáculo para defender tu gusto por comer carne de vacas asesinadas sin lugar a la dignidad en inmundos cuartos oscuros en los que matarifes siembran la muerte. Matarifes a los que, por cierto, no llamas asesinos, como haces con matadores de toros por el mero hecho de hacerlo públicamente.

Te llaman tonto porque dices gozar de instrumentos legales para luchar contra la existencia de la tauromaquia, cuando la legislación vigente no hace sino reconocer el indudable patrimonio cultural que ésta constituye en nuestro país. Y te llaman tonto porque eres incapaz de aceptar que, aunque la tauromaquia sea una fiesta originaria de España, existe en Portugal, Francia, Perú, México, Colombia. En tantos y tantos países que disfrutan de la esplendorosa, colorida, alegre y profunda fiesta de los toros sin prejuicios hacia su condición de originariamente española.

Te llaman tonto, por último, por basar tus ataques a un festejo legítimo y legal en pensadores de la talla de Jesús Mosterín. Pensadores o vendedores ambulantes de humo, mentirosos sin respeto ni educación cuya convencida intolerancia radica en la frivolidad argumental más propia de la pataleta de un niño que del rigor que se presupone a un filósofo y, lamentablemente, divulgador. 

Por todo eso te llaman tonto, Risto. Por obligación lo he hecho yo.

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